La nueva entrega de Neill Blomkamp demuestra una etapa mucho más madura del director sudafricano. Con Chappie, Blomkamp combina un personaje memorable, con otros tan bizarros y extraños que esta fórmula parece irrepetible. Todo, concentrado en un panorama moderno en el que los robots forman parte de la vida cotidiana y es el principio de la era de la inteligencia artificial. Describir a Chappie como película es un gran reto sin perder detalles importantes. Y es que, lo que ha hecho Blomkamp es combinar elementos que, según el sentido común, no funcionarían juntos. La sorpresa más grande es que funcionan y el resultado es una película emocionante, emotiva, llena de mensajes complejos, de esos que la ciencia ficción pone en la mesa, y con mucha acción. Además, juega con algo que pocos autores logran sin caer en lo facilón: la empatía.
En principio de cuentas es de mencionar que Blomkamp regresa a Sudáfrica, a la ciudad de Johannesburgo, tal y como nos sorprendió en District 9. Con su compleja sociedad, sus calles, su atmósfera, claro con el toque del director que la lleva al extremo. ¿Será esto un abandono de lo terrenos pisados en la, muy regular, Esylium? Ojalá. La atmósfera en Chappie se siente desesperada, a punto de ebullición por el crimen, por las diferencias sociales. Sin embargo, todo esto transcurre como telón de fondo, aunque no nos adentra más, lo que vemos es suficiente para regresar a esa atmósfera que conocemos tan bien del director.
De alguna forma no sentimos en casa en Chappie, ya no es Los Ángeles como en Elysium, no hay ese aire hollywoodezco de la entrega pasada de Blomkamp. No, nos lleva por las calles de la complejísima Johannesburgo y nos presenta a unos personajazos: Ninja y Yolandi. ¿Conocen a estos artistas? Ellos también son sudafricanos y son la imagen de un movimiento musical, y estético, llamado Zef que ellos mismos definen como:
Zef es la gente que se tunea el coche: eres pobre, pero eres lujoso, tienes tu propio estilo, eres sexy" [...] "para nosotros, el significado de 'zef' cambia constantemente. Significa ser punk, futurista, indestructible, que eres lo opuesto a una víctima, que puedes hacer lo que quieras, que no te importa lo que digan los demás... todo eso es 'zef'.
Esta pareja de artistas son Die Antwoord, una banda de electro rap-rave (o de esos géneros inclasificables), y son parte de la película como ellos mismos. Desde que vi la película busqué otros artistas que hagan de sí mismos, tal cual como son en la vida real, y funcionen en un filme. La verdad es que no he encontrado alguno. Es decir, Ninja y Yolandi integran su propia estética, sus peinados, todos sus outfits, tal cual como aparecen en el escenario y en los videos musicales, así es como están presentes en Chappie. Esta libertad estética que se permite Blomkamp es una apuesta, que como mencioné, difícilmente funcionaría con otros artistas y directores.
Ahora bien, Chappie como personaje nace por el esfuerzo de su creador Deon (Patel) y supone un avance enorme para la inteligencia artificial. Por situaciones que no mencionaré Chappie termina al cuidado de Ninja y Yolandi (que son unos criminales), además de otro personaje llamado Yankie, que hacen un equipo tan divertido como peligroso. La relación que tienen con Chappie es, junto con las reflexiones existencialistas del propio Chappie, el corazón de la historia. Existen algunos aspectos clichés en las que caen los personajes en su relación con el robot inteligente, aún así ver a Chappie con sus padres es muy memorable. Aquí es donde entra la empatía, y resulta ser un reflejo de lo que todos buscamos como seres humanos… y Chappie. Como decía líneas arriba, la ciencia ficción nos trae un entramado de temas complejos y llenos de aristas. El encanto de la ciencia ficción es que es tan humanista, tan reflexiva, y en Chappie nos envuelve con esto a cada paso. El personaje de Deon Wilson y el de Vincent Moore, interpretado por Hugh Jackman, se encuentran en una relación enconada por el ego por la situación en la que se encuentran ambos, ya que buscan que su robot sea el mejor. El ego, el ego, siempre el ego, lo encontraremos con las narices metidas en todos los personajes.
Así pues, Chappie nos lleva a conocer la naturaleza humana en distintas situaciones y relaciones que él vive. Nos hace reflexionar con su propio discernimiento de su existencia, de su utilidad, de lo que concluye al tratar de comprender a los humanos. Chappie, el primer robot inteligente, nos abofetea la conciencia con los conceptos que va aprendiendo. Lo mejor de esto es que lo hace de manera simple; tan simple como hacen los niños que nos dicen las verdades sin filtros.
Hay algunas licencias que le debes dar a la historia de Blomkamp porque no parecen lógicas, aún así los hechos durante toda la cinta son los necesarios. Además, algunas escenas son de gran belleza, de una muy peculiar. No es un relato predecible y esto siempre se agradece. Si esos detalles de Blomkamp estuvieran mucho más cuidados estaríamos ante una cinta impecable. Claro que, si eres fan de este director y amas District 9, es muy probable que no te hagan demasiado ruido esos saltos de fe. 9Blomkamp regresa al cine con una excelente cinta. No solo vuelve a su escenario estrella: Johannesburgo, vuelve a ser el mismo que conquistó fans alrededor del mundo con District 9. La compleja ciudad de Sudáfrica resulta el lugar perfecto para el universo de este director, quien, ha hecho con Chappie un capítulo más de la ciencia ficción que más nos gusta de él.
Chappie resulta un personaje memorable, entrañable y complejo. Que pone en entredicho la naturaleza humana. Sus veredictos, así como sus reflexiones existencialistas son de tan simples, poderosas. Los demás personajes aportan, en distinta medida, elementos que forman el carácter del que sería el primer robot con inteligencia artificial.
Los padres de Chappie: Ninja y Yolandi resultan un acierto, así como un acierto la combinación estética de estos bizarros chicos con la del director. Una mezcla dura de Zef con ciencia ficción, única y muy disfrutable. Lo mejor de todo es que la historia no es predecible y tampoco es concluyente, nos deja recapacitando, nos deja a medio camino de una reflexión aún más compleja, y esto, pocas cintas lo consiguen. - Lo memorable que es Chappie - Los escenarios y el ambiente tan Blomkamp - La combinación estética de Die Antwoord y la ciencia ficción del director - La música- Resoluciones ilógicas de los personajes - Algunos clichés en la relación de Chappie y sus padres - Falta de atención al detalle
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