Si pensáis que ya nada puede impresionaros en el cine, no os perdáis este ramillete de cortometrajes.
Puede que sólo se trate de una percepción mía resultado del cine que he visto o que suelo ver, pero me parece que se arriesga mucho más en la narrativa de los cortometrajes que en la de los largos, quizá porque estos últimos tienen más necesidades comerciales; si bien es más sencillo impactar en una película que dura unos minutos porque se va al grano.
Sea como fuere, aquí tenéis un racimo de cortometrajes que a mí me asombraron por su apuesta narrativa.
Last Day Dream, de Chris Milk (2009)
Forma parte de la película de cortometrajes 42 One Dream Rush, y no sólo sobresale por encima la inmensa mayoría del montón de cortos recopilados, que deja bastante que desear, sino incluso por encima de los trabajos de directores como Abel Ferrara, Gaspar Noé o el mismísimo David Lynch. No cuenta nada excepcional en los segundos que dura, pero es la muestra más elocuente de algunas cosas que pasan volando y, pese a su brevedad, perdura en la memoria.
Exprés, de Daniel Sánchez Arévalo (2003)
El director español hoy por conocido por largometrajes como AzulOscuroCasiNegro (2006), Gordos (2009), Primos (2011) y La gran familia española (2013) nos despachó este puñetazo fílmico que ganó el Gran Premio del Jurado en la tercera edición del Notodofilmfest y fue nominado a los Goya. No le sobra ni un plano ni una sola línea de diálogo. Tremendo.
7.35 de la mañana, de Nacho Vigalondo (2003)
Con este cortometraje, que fue muy popular en su momento, me ocurre algo curioso: muchos lo catalogan como una comedia, y a mí no me hace ninguna gracia, sino que, más bien, esta farsa me causa escalofríos y una tristeza infinita. Se llevó varios premios internacionales y fue nominado al Oscar y a los Premios del Cine Europeo.
Cortos estadounidense y francés, de Sean Penn y Claude Lelouch, en 11’09’’01 - September 11 (2002)
Once directores, cada uno de un país distinto, llevaron a cabo el proyecto de rodar un cortometraje por cabeza sobre el 11-S durante el año siguiente al atentado. El resultado es muy dispar y algunos de los cortos son hasta deleznables, pero no hay duda de que destacan los de Ken Loach (Tierra y libertad, El viento que agita la cebada), Shohei Imamura (La balada de Narayama, La anguila), Alejandro González Iñárritu (21 gramos, Birdman) y, sobre todo, los que he escogido para mostrároslos, el del actor Sean Penn (El juramento, Hacia rutas salvajes) y el de Claude Lelouch (Un hombre y una mujer, Los unos y los otros). No perdáis detalle.
Bamboleho, de Luis Prieto (2002)
Incomprensiblemente denostado en algunos ficheros de votación popular y, a la vez, ganador de 45 premios internacionales, incluyendo el de Mejor Cortometraje en el Festival de Tribeca y una Mención Especial del Jurado en el de Venecia, esta película con un puntillo excéntrico en la cuerda floja y juegos narrativos no tiene desperdicio.
Allanamiento de morada, de Mateo Gil (1998)
Mateo Gil es coguionista habitual de las películas de Alejandro Amenábar y director de la desperdiciada Nadie conoce a nadie (1999) y de la muy reivindicable e imprevista Blackthorn (2011). Este cortometraje nos relata un duelo de manipulación en una situación conocida por todos, sufrida por muchos y propia de otros tiempos no muy lejanos. Es capaz de sacar auténtico oro de donde no parecía haberlo.
Ménilmontant, de Dimitri Kirsanoff (1926)
Una película muda con tal genio que se adelantó al realismo poético francés que le es propio y hasta al neorrealismo italiano por el que tanto respeto se ha prodigado. Para la costumbre del cine de la época, y aun hoy, es absolutamente insólita.
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