La Fiscalía que investiga el accidente del avión que volaba de Barcelona a Düsseldorf concluye que el copiloto 'tuvo voluntad de destruir el avión'. El miedo a volar podría tener ahora una losa más: no se trata de confiar en la tecnología, sino en nosotros mismos.
Mucho más allá de la cobertura del accidente de avión en los Alpes que han hecho muchos medios de comunicación en clave de morbo, del debate sobre si volar o no es más seguro ahora que nunca (lo es, que no haya dudas) o de, en general, todo lo que se pueda argumentar sobre el miedo a volar, hay una losa difícil de superar: el factor humano.
La Fiscalía que investiga lo sucedido con el vuelo Barcelona-Düsseldorf ha confirmado que el copiloto del Airbus 320 accidentado tenía 'intención de destruir el avión' y, por tanto, la investigación apunta a que se trataría de un 'homicidio voluntario'. Supuestamente, dicho copiloto aprovechó la ausencia en cabina de su compañero para cerrar la puerta y pulsó el botón que anunciaba que el avión estaba perdiendo altitud. A partir de ahí, ocho minutos de pánico con un desenlace trágico: 150 fallecidos.
No hablemos ahora de si se trataría de un acto terrorista, un suicidio o un fallo involuntario (el copiloto pudo incluso tener algún problema de salud), eso es trabajo de las autoridades. Tampoco seamos alarmistas y pensemos que volar no es seguro, porque sería muy irracional por nuestra parte (teniendo en cuenta que cada vez hay menos accidentes). Pero, tengamos presente que:
- El miedo a volar es una fobia muy concreta. Como nos aclara el psicólogo Francisco Tabernero, es una fobia que se puede generar sin haber tenido estímulos específicos. "Se produce en muchas ocasiones por aprendizaje vicario, que tiene que ver con nuestra cultura o educación y aquí entran las películas o series que hemos visto, las experiencias que nos han contado, etc.". Sucede así que hay personas que nunca han volado, pero tienen miedo a tomar un avión.
- Con toda la tecnología que monta un avión y la que es necesaria para controlar el tráfico aéreo y la comunicación en vuelo, la primera reacción ante un accidente como el de los Alpes suele ser poner en duda todo el sistema tecnológico. Sin embargo, como ha quedado claro estos días, es altamente improbable que haya un fallo técnico (recordemos las declaraciones a Hipertextual del piloto Joan de Batllé: "que se produzca un incidente en la flota de Airbus 320 es de una entre siete millones", y dentro de incidente se incluyen fallos menores, no necesariamente accidentes trágicos).
- El factor humano. Ya decía Plauto aquello de El hombre es un lobo para el hombre, refiriéndose a que, si puedes esperar algo malo, hazlo del propio ser humano. Y es aquí donde el miedo a volar, y cualquier fobia en general, puede complicarse. Imagina que confías plenamente en la tecnología del avión, pero no eres capaz de fiarte del piloto, del médico que te atiende o del cocinero del restaurante.
No debemos no confiar en los demás
Un accidente mediático no quiere decir que sea peligroso volar
No cuando el funcionamiento de nuestra sociedad depende de ello. Si cada vez que subiéramos a un avión, compráramos un alimento o fuéramos al hospital, desconfiáramos de la otra persona que nos está ayudando u ofreciendo un servicio, no quedaría más remedio que recluirnos lejos de las ciudades e intentar ser autosuficientes con lo que ello implica: dejar de viajar, aceptar que nuestra nueva enfermedad puede ser la última y que nuestra alimentación se reducirá a muy pocos platos (por citar algunas).
En otras palabras, que haya un copiloto que haya decidido presuntamente destruir un avión, no quiere decir que todos lo vayan a hacer. Y, siguiendo el mismo patrón, que haya un accidente de avión no quiere decir que no sea seguro volar. Los pilotos están muy formados, se someten a controles cada poco tiempo y los aviones son más seguros que nunca. Está bien que seamos desconfiados, pero con un límite racional.
¿Qué hacer si tú u otra persona experimenta ansiedad originada por el miedo a volar? Hay muchas técnicas de relajación y respiración que pueden realizarse antes y después de tomar el avión, pero lo mejor siempre es acudir a un especialista para tratar cada caso y, sobre todo, no hay que dejarse llevar por el estado de alarma generado por medios de comunicación y redes sociales.
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